Centro Soria-Fisac, la propuesta para un espacio museístico de pasado, presente y futuro


En 1999, por circunstancias nunca aclaradas del todo, el Ayuntamiento de Madrid permitía el derribo de la sede de lo que en su momento fueron los Laboratorios Jorba, una de las más emblemáticas obras del arquitecto Miguel Fisac, conocida sobre todo por la torre que le mereció la denominación popular de la Pagoda. Pocos años después, en 2004, muy cerca de allí, los terrenos del Hospital del Aire en la Ciudad Lineal de Arturo Soria eran asolados en casi toda su extensión alcanzando al presente en un estado de abandono y deterioro máximos, hasta ahora sin solución. A la obra de Fisac se la ha echado de menos desde el primer momento de su desaparición. A ese área militar abandonada del Hospital del Aire tan próxima se le busca aún, después de tanto tiempo, un uso apropiado de una vez. ¿Por qué no habría de aprovecharse esta doble coyuntura? Para eso se propone aquí lo que a continuación se detalla bajo el provisional nombre de Centro Soria-Fisac que podría englobar todo. Se constituye de esta manera una propuesta para la reconstrucción de la Pagoda de Miguel Fisac (los antiguos Laboratorios Jorba en sí) en el área abandonada de lo que fue el Hospital del Aire para la recuperación y reconversión, del edificio por un lado y de la zona por otro, en un espacio museístico para Madrid sobre Urbanismo y Arquitectura.

1. Resumen de objetivos:


  • Reconstruir los malogrados Laboratorios Jorba de Miguel Fisac.
  • Recuperar el amplio espacio abandonado del Hospital del Aire con dicha reconstrucción en este mismo área, a pocos metros del lugar original de la obra de Fisac.
  • Dotar a Madrid de un espacio museístico y formativo sobre Urbanismo y Arquitectura, frente a la actividad eventual en este campo de entidades como el COAM o la Fundación ICO, o frente a proyectos poco serios, demasiado personalistas e inapropiados, y que parecen más un foco de corrupción que una propuesta constructiva, como el del Museo Ambasz (este ejemplo en una zona, además, en la que resultaría una impostura dañina para Madrid en cuestión de Patrimonio Histórico).
  • Complementar el Distrito de Ciudad Lineal con un centro cultural y formativo de los que, en general, carece la zona, pudiendo ser, por otra parte, un eslabón intermedio de un supuesto eje turístico hacia el Este de Madrid que abarcara desde la Plaza de Las Ventas hasta la Quinta de Los Molinos, la de Torre Arias y la Alameda de Osuna.

2. Protagonistas:

Está claro que el nombre dado a la propuesta, Centro Soria-Fisac, no es casual, pero tal vez necesite de una mayor explicación como parte de la declaración de intenciones, y no está de más redundar, sin llegar a la biografía, en lo que tienen que ver con la tal propuesta esas dos figuras tan vinculadas a Madrid, Arturo Soria y Miguel Fisac...




-Arturo Soria y MataIngeniero, matemático, inventor, político, pensador, empresario... Pese a su polifacética personalidad, Arturo Soria es conocido a nivel mundial por ser uno de los urbanistas más revolucionarios de todos los tiempos. No sólo fue capaz de concebir en su cabeza lo que sería una ciudad ideal, sino que la llevó a cabo con la empresa que creó, la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU). Con ella, y a lo largo de décadas entre finales del siglo XIX y principios del XX, fue conformando lo que constituiría esa obra maestra suya, la Ciudad Lineal, vertebrada por el tranvía (una de cuyas empresas en Madrid también era de su propiedad), y con las ideas de "ruralizar la ciudad y urbanizar el campo" y "para cada familia una casa, en cada casa una huerta y un jardín". Con tales propósitos, en la CMU se rodeó de gente como Hilarión González del Castillo, los arquitectos Mariano Belmás y Ricardo Marcos Bauzá o sus propios hijos. En la actualidad casi irreconocible, pues sucumbió a partir de la década de los años 70 a planes municipales de ordenación que respondían más a la avidez especulativa que a lo que podía haber sido mantener en buena parte el conjunto urbanístico y su arquitectura original, la Ciudad Lineal constituye un distrito más de Madrid. Es en esos años 70 cuando se construye el Hospital del Aire sobre una de las parcelas en las que se distribuía el trazado. Propiedad del Ministerio de Defensa, el Hospital fue cerrado en 2002 y demolido en 2004, fecha desde la cual nada lo ha sustituido más que la basura, la vegetación en estado salvaje, los gatos y las ratas. Son 28.000 metros cuadrados calificados ahora con una edificabilidad de 20.000 para un uso dotacional o residencial (aún siquiera sin concretar, y muy lejos de ese 25% que el propio Arturo Soria quiso que se edificara en sus parcelas, dejando el resto a jardines y huertos). El suelo tiene un valor en la actualidad de 35 millones de euros, y a día de hoy sigue sin nadie que puje por lo que no deja de ser, como propiedad de un Ministerio, suelo público. Con todo, Arturo Soria da nombre a la vía que sirvió de eje principal del trazado que proyectó, pero es posible que muchos madrileños ni siquiera sepan quién fue. De hecho, ni el trazado de la Ciudad Lineal ni los pocos edificios originales que aún quedan siquiera están declarados como Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid. Por todo ello, los mencionados terrenos del antiguo Hospital del Aire, que quedan entre el kilómetro 0 de la Ciudad Lineal (donde se conserva a modo de humilde monumento su primera piedra) y la que fue la residencia del mismo Arturo Soria, bien servirían para un espacio con el que se le homenajeara y que pudiera dedicarse en general a la Historia del Urbanismo.





-Miguel Fisac Serna: Nacido en Daimiel en 1913 y fallecido en Madrid en 2006, este manchego incansable se convirtió en uno de los más grandes arquitectos de la España contemporánea. De sus numerosos viajes aprehendió las formas y estructuras con las que se estaba experimentando en el resto del mundo, supo combinar tradición, innovación y funcionalidad, siempre desde el respeto al ambiente circundante de sus creaciones, y llegó a ser un maestro, sobre todo, en el uso del hormigón. En este sentido, por ejemplo, son famosas sus vigas-hueso, elementos constructivos huecos basados en estructuras óseas, que le permitían jugar con cubiertas de grandes luces y diferentes soluciones. Desde tales características, la obra de Fisac se distribuye por toda España, pero la mayor parte de su trabajo se encuentra en Madrid. En la capital destacan conjuntos enteros que construyó para el CSIC, iglesias de innovadoras formas (la de Moratalaz, la de los Dominicos, la de la Flor del Carmelo, la de Santa María Magdalena) y trabajos con muy variados fines (los Laboratorios Alter, los Laboratorios Made, los Bioter, La Veneciana, las Oficinas de IBM, el Hospital de Día Fraternidad Muprespa, el Colegio Asunción Cuestablanca, el Centro de Cálculo y el de Formación del Profesorado en la Ciudad Universitaria, el Polideportivo de La Alhóndiga en Getafe), así como edificios de viviendas varios. Pese a todo ello, y aunque había una de nueva construcción en proyecto (la crisis pudo paralizarla), no existe en Madrid siquiera una calle que lleve el nombre de Miguel Fisac. Anticipando este olvido que parece premeditado, en verano de 1999, de la noche a la mañana, uno de sus edificios más queridos (porque sí, se puede querer a un edificio), la conocida como Pagoda, desaparecía con la plena aquiescencia del Ayuntamiento de Madrid y bajo los motivos menos esclarecedores y más dispares (que la obra no estaba catalogada, que incumplía la normativa contra incendios, que se respondía sin más a intereses especulativos, que era una venganza personal contra el propio autor por cuestiones religiosas). Es por ello que su reconstrucción ha de plantearse como una necesidad, como una redención de la propia ciudad de Madrid para con este arquitecto, y también con esa obra que todo el mundo añora. Y darle una función como espacio dedicado a la Arquitectura en un país de donde salen grandísimos profesionales de este campo, pero a los que se respeta tan poco por culpa de una pobreza intelectual galopante, debería ser algo obligado. De reconstruirse la Pagoda, dicha finalidad parecería la más adecuada.




3. Pros y contras del proyecto:

Por buena que pueda ser una idea, siempre hay que tener en cuenta los obstáculos que va a tener por delante y que puedan hacer que caiga. Esta propuesta no iba a ser menos. Y una gran parte de los impedimentos que se encuentre se centra en cuestiones económicas, por un lado, y por otro, en cuestiones burocráticas y de titularidad.

Por la parte económica, ya sólo los terrenos del antiguo Hospital del Aire tienen a día de hoy un valor de 35 millones de euros. Es verdad que, para la reconstrucción de los Laboratorios Jorba, no haría falta más que un tercio de la superficie, pero habría que considerar si la parcela sería susceptible de ser fraccionada. Esto sería más una cuestión burocrática, pues también habría de darse, por parte del Ayuntamiento, un Plan Parcial para que se permitiera en la zona tal proyecto. En cualquier caso, lo que va a faltar sobre todo es lo que falta casi siempre, voluntad política. Y a todo ello habría que sumar lo que costaría la reconstrucción del edificio en sí y su adaptación a los niveles de seguridad, accesibilidad, sostenibilidad y eficiencia exigidos hoy en día. Dicha adaptación, por cierto, sería algo que, de haber sobrevivido, habría tenido que sufrir el edificio más tarde o más temprano.

Hay que tener en cuenta, por otra parte, que los terrenos pertenecen al Ministerio de Defensa; por tanto, es suelo público. Si se venden a cualquier constructora con ánimo de lucro, no dejará de ser una nueva privatización de lo que debería ser de todos los ciudadanos. Es por ello que la iniciativa la deberían encabezar tanto el Ayuntamiento de Madrid como la Comunidad Autónoma, aunque siempre podría haber inversión privada y mecenazgo, pero en pos de unos intereses colectivos.

Siguiendo en el plano económico, que algunos macroproyectos como el de la Operación Chamartín queden algo mermados puede haber dejado algo de liquidez para proyectos menores como éste. Y no sólo en cuanto a las administraciones públicas, sino también en cuanto a las inversiones privadas que ahí se dirigieran y que puedan buscar ahora otro destino. La Operación Chamartín partía de un presupuesto de unos cuantos miles de millones de euros. Tirando muy por lo alto, un proyecto como el Centro Soria-Fisac no llegaría a alcanzar los sesenta millones en total ni de lejos (coste más que razonable para algo así, aún más teniendo en cuenta lo que cuestan otras cosas peores que se hacen).

Todo ello no quita que se deba buscar con el proyecto la máxima rentabilidad posible, mayor empleo, mayor dinamismo para la zona, mayor turismo y cualquier otro valor añadido que siempre pueda sumar.

En cuanto al edificio, los Laboratorios Jorba, la Pagoda, para quienes consideran que con su reconstrucción no sería lo mismo, hay que decir en primer lugar que cuando fue demolida apenas contaba con treinta años de existencia. No podía tener en sus paraboloides hiperbólicos de hormigón demasiadas huellas del tiempo, no sería como una ruina romana, como un hallazgo arqueológico del todo erosionado. Ese encanto que tienen las obras con cierta edad no llegó a tenerlo, el suyo era otro encanto, uno del que se sigue hablando por muchos años que pasen. Considerando que se conservan todos los planos y las instrucciones que utilizó Fisac para levantar el conjunto, lo que saldría sería igual que lo que hubo. En este sentido, además, si el edificio hubiera seguido en pie, ni siquiera tendría medio siglo, por lo que no sería tampoco muy diferente a como lo era en sus orígenes. Por otra parte, es verdad que Fisac ya no vive, no puede imprimir su autoría. No por eso la reconstrucción sería una copia, una reproducción, una réplica; no, sería la misma obra. Resulta un pensamiento algo falaz, aunque discutible, a veces también incluso en la pintura o en la escultura, donde sí que ponen la mano los artistas, donde si hay un trabajo directo sobre la materia; en el caso de los arquitectos, su mano queda sobre todo en los planos. Son como partituras. No porque Beethoven no esté vivo se va a dejar de interpretar su Novena Sinfonía, que ahí dejó las instrucciones de cómo debe hacerse.

Sí cambiaría la función del edificio. Dejaría de ser industrial, pero es algo que de lo que ya carecía cuando se tiró abajo y que se puede sustituir por algo tan edificante (valga la expresión) como el crear un espacio expositivo y formativo sobre Urbanismo y Arquitectura.

También cambiaría su ubicación. Faltó tiempo para que los terrenos que ocupaban los Laboratorios Jorba fueran de nuevo edificados, pero existe a pocos metros la mencionada parcela abandonada del Hospital del Aire. Los mismos vecinos de la antigua Pagoda serían, con poco más de quince años de diferencia, los mismos de una nueva. 

En cualquier caso, nada más ser demolido, el propio Ayuntamiento propuso reconstruir el edificio. El tiempo es relativo, es casi lo mismo que hubiera sido levantado de nuevo a los pocos días que casi veinte años después (ya que, como se ha comentado, en el fondo no ha pasado tanto tiempo). Lo que sí es verdad es que Miguel Fisac se negó a ello en un primer momento, prefería que se dedicara a otras cosas más perentorias el dinero que haría falta. Nunca se sabrá, pero quizás esa voluntad de Fisac cambiaría ante un proyecto como el presente.

Por último, Madrid es más Madrid con su Pagoda que sin ella. Y cada cierto tiempo se menciona, aunque sea en un mínimo artículo (nacional o internacional), su ausencia como una vergüenza para la ciudad. Como se ha podido ver hasta aquí, es algo que tiene remedio.


4. Posibilidades a añadir:

Lo que se propondría con este Centro Soria-Fisac no es sólo que fuera un espacio museístico, expositivo en exclusiva, sino que pudiera ser algo más, un espacio para la formación y la potenciación de arquitectos, urbanistas, ingenieros, diseñadores o inventores. Incluso, en definitiva, para emprendedores... Por supuesto, en este sentido, como complejo multifuncional moderno, también debería contar con áreas multimedia, salas para exposiciones temporales, salón de actos o auditorio, cafetería, tienda, etc., sin olvidar espacios verdes a su alrededor (algo aquí más estético que necesario, dada la naturaleza inherente de la propia Ciudad Lineal en general). Estos mismos espacios verdes, de hecho, podrían configurarse como otras áreas expositivas al aire libre. La movilidad no sería ningún problema, la zona del Hospital del Aire ya estaría bien comunicada de por sí. Y como una idea más para un mayor aprovechamiento en todos los sentidos, se puede incluso trasladar el también abandonado Pabellón de los Hexágonos de la Casa de Campo, obra de Corrales y Molezún (cuyo deterioro no deja de ser otra de las vergüenzas de Madrid), como edificio anexo. En el caso de que los terrenos del Hospital del Aire no se pudieran fraccionar y tuviera que ir todo en bloque, habría suficiente espacio abierto para ello. Habría suficiente espacio incluso para, en paralelo a la Ciudad Lineal, crear una reproducción a escala de ésta misma tal y como era en sus orígenes, con sus arquitecturas primeras, sus lugares más destacados y su tranvía, a la manera de ciudades en miniatura que se exhiben en otros sitios.

5. Recreación básica:



6. Entidades con las que contar:

La presente iniciativa no deja de ser un resumido esbozo (bastante completito, no obstante). Sin embargo, ¿qué hacer con ella?. En primer lugar, quizás tendrían que estar informados tanto el Ayuntamiento de Madrid como el Gobierno de la CAM, así como la mayoría de los partidos políticos que operen en la capital. Una opción sería utilizar este mismo texto como base para una Proposición no de Ley. Se puede dirigir también a entidades financieras (el BBVA, sin la Operación Chamartín, puede estar ahora abierto a nuevas oportunidades), o incluso a posibles empresas e inversores privados. Para una mejor asesoría, además, debería contarse con la opinión del COAM, por ejemplo, o con la de la Fundación ICO o, de igual manera, con la de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, la Fundación Miguel Fisac, la Fundación Alejandro de la Sota (que a día de hoy se dedica a cuestiones de Arquitectura Moderna en general), la CMU (que existe aún), etc. Los caminos a seguir a partir de este documento ya serían bastante variados...


Y no es que se pueda; es que se debe.


Para cualquier duda o sugerencia:
Javier Rodríguez Cabello
696 67 01 30